• Puntos de des(s)encuentro

    Esta es la segunda ocasión en la que el Gobierno de Canarias ha invitado a dos jóvenes artistas a dialogar para producir una exposición en común que tenga como itinerario principal la influencia mutua y los rasgos que les separa, así que los que les une. En este caso, Mariluz Hernández actúa de forma observadora reflejando la cotidianeidad en el territorio urbano, mientras que Carmen Fernández se muestra intervencionista, acogiendo claros iconos del turismo para crear nuevos paisajes.

    La iniciativa forma parte de un programa expositivo iniciado hace tres años con el proyecto Confluencias, que estuvo a cargo de los también jóvenes creadores Juan Pedro Ayala y Antonio Bacallado. Ahora toman el testigo Mary Luz Hernández, procedente de Tenerife, y Carmen Fernández, de Gran Canaria, que desarrollan esta idea bajo el título de Puntos de des(s)encuentro.

    Históricamente, los artistas canarios se han dejado influenciar por el paisaje que les rodea, convirtiéndose, en muchas ocasiones, en el leit motiv de su obra. La originalidad del terreno que poseen las islas determina, tradicionalmente, la visión que de ellas se tiene y la forma de representarlas, que generalmente se refleja como una causa exógena al ser humano, digna de admirar. Pero esta imagen romántica del paisaje ha evolucionado hacia otros derroteros en los últimos años.

    La conciencia ecológica y el auge de organizaciones de todo tipo que abogan por un planeta más limpio, ha favorecido, por parte de los artistas, otro tipo de miradas menos inocentes. Es en este marco donde se encuentra la obra que estas dos artistas presentan en Puntos de de(s)encuentro. No obstante, ninguna de las dos busca promover una mayor concienciación ecológica en el espectador ni suministrar nuevos contenidos para un mundo más sostenible; el paisaje es un tema recurrente, una excusa para concebir la pintura como un valor en sí, realmente buscan investigar en la propia pintura como medio artístico sin ninguna carga mística o social, dotando de gran importancia al proceso creativo.

    Se trata pues, de una cartografía de puntos espaciales lo que conforma su obra y lo que hace que ambas creadoras se acerquen o se alejen en el mapa artístico. Sus obras reflejan lugares cotidianos del territorio cívico en el caso de Mariluz Hernández, mientras que Carmen Fernández inunda de naturaleza salvaje objetos que están en el imaginario colectivo como sinónimos del bienestar social.

    Mariluz Hernández mantiene la línea que anticipaba en sus anteriores series. Construye un croquis de la sociedad contemporánea a través de pequeños espacios urbanos. La artista se acerca a lugares comunes de la ciudad para reflejar el perfil de sus habitantes. En sus espacios, vacíos, solitarios, siempre está candente la mano del hombre y su acción. Con su obra Mariluz Hernández actúa de lazarillo para que podamos ver lo que somos mientras nos muestra cómo vivimos.

    Carmen Fernández igualmente dota de gran consideración al proceso artístico, concibiéndolo como una experimentación constante, lo que le hace usar diferentes soportes, materiales y técnicas proporcionando a su obra un aspecto inacabado, improvisado y ágil, creando tensiones en las gamas de colores o en las composiciones. Su obra es el resultado de una investigación que le lleva a enfrentar conceptos y a resolver problemas en torno a la pintura.

    Temáticamente, la artista grancanaria aboga por producir nuevos escenarios, asociando conceptos como el medioambiente y el turismo. Así, elementos propios del estado de bienestar y de la globalización, turística en este caso, son invadidos por la naturaleza, creando un nuevo follaje, ofreciendo de esta forma una mirada irónica de la actividad del hombre sobre el territorio.

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